domingo, 22 de noviembre de 2009

GENTE QUE HACE ARTETERAPIA





Todo ser humano tiene una disposición al arte, que no quiere decir talento”, afirma Marcelo Prudente, psicólogo y artista plástico. “Es una disposición a experimentar placer con el ejercicio y el desarrollo de una actividad que no tiene más interés que eso: el propio placer”.
Dibujar, cantar, escribir… para mejorar el bienestar personal. En el barrio porteño de Barracas, un grupo de psicólogos y psiquiatras trabaja día a día en uno de los edificios del Hospital Británico creado específicamente para este fin. Se trata del “Centro de Terapia por el Arte”, donde funciona la Asociación Argentina de Arteterapia, una agrupación formada en torno a una disciplina que emplea recursos de las artes con fines terapéuticos. En este marco, la musicoterapia, la biblioterapia, el psicodrama, la danzaterapia y las artes plásticas convergen con las teorías de la psicología en una sola disciplina. El objetivo es usar herramientas que faciliten la expresión y comunicación de aspectos internos de las personas, apelando a medios no verbales.
“Lo creativo aporta mayor poder combinatorio en el pensamiento, mayor riqueza perceptiva, conexión sensorial y afectiva, y, sobre todo, mejora la autoestima, porque se reorganizan los contenidos internos”, sostiene Gloria Stafforini, psicoanalista y escultora. “Cuando alguien crea, lo hace con materias primas inconscientes. El hecho de que pueda plasmarlas y presentarlas al público le da la posibilidad de poner en palabras o imágenes algo que hasta ese momento aparecía escondido y que tiene que ver con ansiedades muy profundas”.
No es necesario que el paciente cuente con ningún conocimiento artístico previo para participar de este modelo terapéutico, afirma Marcelo Prudente. De hecho, el medio creativo es utilizado como herramienta intermediaria, y el terapeuta guía y acompaña al paciente en busca del sentido que tiene dentro del proceso terapéutico. Los pacientes van descubriendo lo que habita en sus producciones a medida que las van creando, lo que para ellos tiene un efecto sorpresivo muy interesante.
Además, la actividad creativa ofrece al paciente la posibilidad de desplegar contenidos acogedores y placenteros. “Un ejemplo de ello sería alguien que pinte el mar y que esa misma imagen le potencie otras cosas”, explica Stafforini.
“De este modo, la obra no sería una mera repetición del contenido inconsciente, sino una creación que produzca efectos del tipo ‘me encantó’ o ‘con esto puedo o no puedo’. Así, este proceso implica la generación de algo nuevo”. La musicoterapeuta Trinidad Seoane-Cabral se suma al debate con su argumento: “En el caso de la música, la mayoría de la gente pasó por un momento de aprender a tocar la flauta dulce, la guitarra o el bombo; volver a hacerlo los conecta con un momento agradable y, en cierto punto, regresivo. Eso, sumado a la descarga física que implica bailar o tocar un instrumento, actúa como un factor desestresante y eleva la autoestima”.ar, cantar, escribir… para mejorar el bienestar personal. En el barrio porteño de Barracas, un grupo de psicólogos y psiquiatras trabaja día a día en uno de los edificios del Hospital Británico creado específicamente para este fin. Se trata del “Centro de Terapia por el Arte”, donde funciona la Asociación Argentina de Arteterapia, una agrupación formada en torno a una disciplina que emplea recursos de las artes con fines terapéuticos. En este marco, la musicoterapia, la biblioterapia, el psicodrama, la danzaterapia y las artes plásticas convergen con las teorías de la psicología en una sola disciplina. El objetivo es usar herramientas que faciliten la expresión y comunicación de aspectos internos de las personas, apelando a medios no verbales.
“Lo creativo aporta mayor poder combinatorio en el pensamiento, mayor riqueza perceptiva, conexión sensorial y afectiva, y, sobre todo, mejora la autoestima, porque se reorganizan los contenidos internos”, sostiene Gloria Stafforini, psicoanalista y escultora. “Cuando alguien crea, lo hace con materias primas inconscientes. El hecho de que pueda plasmarlas y presentarlas al público le da la posibilidad de poner en palabras o imágenes algo que hasta ese momento aparecía escondido y que tiene que ver con ansiedades muy profundas”.
No es necesario que el paciente cuente con ningún conocimiento artístico previo para participar de este modelo terapéutico, afirma Marcelo Prudente. De hecho, el medio creativo es utilizado como herramienta intermediaria, y el terapeuta guía y acompaña al paciente en busca del sentido que tiene dentro del proceso terapéutico. Los pacientes van descubriendo lo que habita en sus producciones a medida que las van creando, lo que para ellos tiene un efecto sorpresivo muy interesante.
Además, la actividad creativa ofrece al paciente la posibilidad de desplegar contenidos acogedores y placenteros. “Un ejemplo de ello sería alguien que pinte el mar y que esa misma imagen le potencie otras cosas”, explica Stafforini.
“De este modo, la obra no sería una mera repetición del contenido inconsciente, sino una creación que produzca efectos del tipo ‘me encantó’ o ‘con esto puedo o no puedo’. Así, este proceso implica la generación de algo nuevo”. La musicoterapeuta Trinidad Seoane-Cabral se suma al debate con su argumento: “En el caso de la música, la mayoría de la gente pasó por un momento de aprender a tocar la flauta dulce, la guitarra o el bombo; volver a hacerlo los conecta con un momento agradable y, en cierto punto, regresivo. Eso, sumado a la descarga física que implica bailar o tocar un instrumento, actúa como un factor desestresante y eleva la autoestima”.

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